sábado, 4 de octubre de 2008

La manzana


- Un día de primavera, contemplando las vistas des de aquí arriba, pensaba en que tal vez algún día deje de existir. Pero había un motivo por el cual no quería dejar este mundo; ese motivo me hacía cada día más feliz, verla pasar ante mí, con sus dos coletas y sus pecas, me hacían suspirar cada vez. Me preguntaba si ella me debería ver, eso me hacía cuestionar si yo le interesaba. Eso, y que además somos muy diferentes.
Una tarde en el mismo parque de siempre, donde nunca me he movido de ahí, paso ella. Y por fin vi que dirigía sus ojos hacia mí, yo estaba inmóvil, y sentía como las hojas me hacían cosquillas al soplar el viento. Cuando me di cuenta estaba en sus manos; me había arrancado del árbol. Me froto en su jersey i me mordió. Esa fue la sensación más mágica que había experimentado nunca.